UNA PIEZA EN DEFENSA DE LOS ACUSADOS          
10/10/2015

La 9º jornada del juicio oral se desarrolló en poco más de cuatro horas, tiempo que el ex presidente de la DAIA -Rubén Beraja- se tomó para exponer sus puntos de vista y rechazar la acusación de ser partícipe secundario del delito de peculado (malversación de fondos públicos) por haber consentido el pago a Telleldín de cuatrocientos mil dólares para declarar contra Ribelli.

La exposición de Beraja estuvo centrada en defender lo actuado por él y por las sucesivas direcciones de DAIA/AMIA en los últimos 21 años, tanto en lo que se refiere a la “causa AMIA” y sus derivaciones como a los vínculos políticos que supieron tejer con los distintos niveles del Estado y sus autoridades, haciendo un balance de sus avances, retrocesos y reproches.

Y aunque con anterioridad tanto Galeano como los fiscales y hasta un jefe de la SIDE (Finnen) habían sonado en una frecuencia parecida para defenderse de las acusaciones, Beraja intentó un balance político de conjunto que hizo foco en la estrategia general que DAIA siguió para incidir y articular con cada sector del Estado y no sólo una defensa de sus acciones personales.
Su discurso puso en perspectiva lo obrado por el juez, los fiscales y hasta por la SIDE evitando criticarlos. Bien pueden considerarlo como una pieza en su defensa.

Beraja acusó al Gobierno nacional de fabricar este juicio en un “laboratorio gubernamental” para lograr un “juicio sustituto” de aquel que aún no se hizo por el atentado y para frenar el reclamo contra el Memorando. Lamentó que la causa AMIA se hubiera convertido en “una prenda barata de la política coyuntural”.

Fundamentó su análisis de los hechos y las circunstancias que rodearon los atentados en nuestro país, para sacar conclusiones políticas y apelar a los jueces para que desechen acusaciones como éstas. “Este juicio no va a prender en la conciencia social por más operaciones de prensa que hagan”, como si sucedió –recordó- con el repudio general al Memorando. Consideró que el juicio está basado en un deseo de revancha por parte del Estado y del ex comisario Ribelli.

Beraja sostuvo la necesidad de una visión de conjunto para no “descuartizar el análisis de un tema de alta complejidad” como el de los atentados. Y con este fundamento, comenzó a hilvanar su exposición, destacando desde su participación en reuniones en la SIDE en agosto del ‘93 (antes de AMIA) para escuchar de los avances de la Inteligencia nacional e internacional que -según dijo- ya tenía en la mira a los iraníes después de la Embajada, hasta la reunión de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Investigaciones (15/7/1997), donde habló para llamar la atención sobre la amenaza de un nuevo fracaso en la investigación -ahora de la causa AMIA- que pondría en entredicho a la Democracia.

Con el objetivo en mente de evitar un posible derrumbe institucional, desde su presidencia de DAIA y aún después, las organizaciones de la colectividad desplegaron su acción en el país y en exterior para colaborar a la cohesión del Estado nacional, buscando que pueda superar lo patológico (sic) de la separación de funciones y “la inexplicable falta de coordinación” entre los jueces y los Servicios de Inteligencia.

Para apuntalar sus ideas, enunció principios políticas y acciones que los tuvieron como protagonistas:

  • Al haber sido incluido Argentina en el mapa del terrorismo, se debía tomar acciones como la de los países que son experimentados y tomar medidas especiales para combatir las consecuencias del terrorismo “exitoso”.
    El argumento parece calcado de otro usado por Galeano y los Fiscales que fundamentaron esas medidas en leyes y decretos secretos y en la metodología de los Servicios de Inteligencia.
    Pero fueron precisamente estas acciones (Beraja no las detalló), las que acabaron provocando la acusación por “irregularidades” o “encubrimientos” en la investigación, por parte del juez y los Servicios de Inteligencia que tenían en sus manos la investigación.
  • “Tuvimos muchos desacuerdos (con el gobierno Menem y con el juez) que no hacíamos públicos para no cortar el canal de comunicación o que se cerrara la causa, como casi ocurrió con la Embajada… Teníamos que mantener la vertical” para permitir el trabajo de la justicia. Destacó que tenían en claro que no debían pelearse con el poder político ni romper relaciones para cumplir con lo que se propusieron.
  • Fruto de la relación con Anzorreguy y la SIDE desde antes del atentado (a la AMIA) “quedó grabado en nuestra memoria y despejó una de nuestras dudas: el atentado no era producto de nazis argentinos”. De esta manera naturalizó el alineamiento de los servicios de inteligencia locales con los de USA e Israel, al mismo tiempo que liquidó cualquier responsabilidad de grupos fachos locales.
  • Criticó el “bastardeo” y la “ponzoña” que desde el gobierno Kirchner posibilitó un nuevo estallido de la investigación, después del resultado del juicio anterior, la firma del Memorando y la muerte de Nisman que, paradójicamente, fue el artífice de este juicio “sustituto”. Pero evitó referirse al pago que Galeano y SIDE concedieron a Telleldín y que fuera argumentado por el TOF 3 para anular el juicio en 2004.
  • También se desvinculó de responsabilidad por perjudicar judicialmente al grupo de familiares de Memoria Activa, presentándose como el dirigente de la colectividad judía que alentó su organización.
  • Consideró que nunca sostuvo una posición jacobina o radicalizada. En su opinión, Argentina eligió bien al privilegiar un canal diplomático de negociación con Irán, pero erró al otorgar objetivos a la otra parte. Más importante que lo constitucional -sostuvo- es preguntarse si el acuerdo contribuye en más o en menos a avanzar en el juicio a los iraníes acusados aún por el gobierno.
  • Se permitió una reflexión que pudo parecer crítica respecto de la SIDE al decir, con una metáfora, que “por sus lagunas navegaron los terroristas que estuvieron en Argentina”. Aclaró de inmediato que no quiso ser incriminatorio sino interrogarnos acerca de qué pasó que el Estado no pudo evitar el atentado a la AMIA, anoticiado como estuvo por los servicios internacionales y sus propias investigaciones previas.
  • Expresó su anhelo de que este juicio, al que consideró fruto del modelo del teatro del absurdo, no sea tomado como un juicio más sino que de su desarrollo puedan surgir condiciones reparadoras para él y las entidades cuestionadas por la política oficial.
Los jueces pasaron a un cuarto intermedio hasta el jueves 15 de octubre para seguir escuchando a Beraja. Lo hicieron a la espera del resultado de los estudios que le practicaron a Anzorreguy para conocer sobre su estado de salud. Los mismos debieran estar listos esta semana para así definir si continuará sometido a proceso o lo declaran inimputable.